lunes, 5 de septiembre de 2016

Harry Potter y la Orden del Fénix

"Eres un necio, Harry Potter, y lo perderás todo".

¿Qué fue de aquel niño que se adentraba en un mundo enorme de magia y fantasía? En Harry Potter y la Orden del Fénix, tiene quince años y ya no hay rastro de sus miradas de inocencia y asombro. Conforme la saga ha ido creciendo, también lo ha hecho el peligro al que se enfrentan los personajes. Esta quinta entrega es la más cruda y realista de todas hasta el momento. En ella, Harry y sus amigos se darán de bruces con la triste realidad del mundo mágico: funciona de manera complicada, y no es tan divertido como parecía.

El Ministro de Magia se niega a creer que Lord Voldemort haya regresado. Piensa que es una estrategia de Dumbledore para arrebatarle el puesto, y hará cualquier cosa para ocultar la posibilidad de un regreso del Señor Oscuro. Utiliza su cargo para colocar a una de sus seguidoras, Dolores Umbridge, como profesora en Hogwarts, asegurándose de que los estudiantes aprenden magia desde una perspectiva controlada por el Ministerio. Con todos estos problemas, Harry comienza a distanciarse de sus amigos y a sentirse cada vez más sólo, lo que le vuelve más vulnerable contra un Lord Voldemort que busca un objeto que le podría permitir recuperar el poder y la gloria que perdió en el pasado.

"Comienza la rebelión".

La silla de director pasa a ser propiedad de David Yates, un director inglés que procedía de la televisión. Pese a su falta de experiencia dirigiendo cine, Yates consigue reflejar muy bien el tono político que caracteriza a esta película, y la diferencia de las demás entregas de la saga. Se nos muestra por primera vez cómo funciona el mundo mágico más allá de la escuela de Hogwarts, y éste no es muy diferente de nuestro mundo real. El Ministerio de Magia controla a las masas manipulando los medios de comunicación, e incluso la educación, en su afán por ocultar una terrible verdad que podría cambiar radicalmente las cosas.

Yates muestra un estilo sobrio y realista, similar al de Alfonso Cuarón en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, que para mí sigue siendo el mejor director que ha pasado por la saga. Yates y el director de fotografía, Slawomir Idziak, iluminan la película con colores azulados, reflejando la frialdad de la historia. Trabajando con el coreógrafo Paul Harris, crea unas escenas de lucha con varitas superiores a las de anteriores entregas. El trabajo en efectos visuales (la mayoría creados por la empresa londinense Double Negative) es fantástico; para mí, el mejor de la saga hasta el momento. El trabajo realizado para crear a Grawp, el gigante hermano de Hagrid, es admirable, utilizando una novedosa tecnología de captura de movimiento que posteriormente vimos en muchas otras superproducciones. También me encantó la aparición y el diseño de los thestrals. Los efectos están tan bien logrados que parecen reales, y se integran mucho mejor en la película que, por ejemplo, en El Cáliz de Fuego.

Tengo que hacer mención especial a la escena del vuelo en escoba, la cual sucede en los primeros compases de la película. Yates y su equipo de efectos visuales nos llevan de viaje por varias de las localizaciones más míticas de Londres. Me gusta ver que Londres juega un papel importante en la película, contribuyendo a la sensación de realismo que la película persigue desde el principio.

"El miedo nos lleva a hacer cosas terribles".

La Orden del Fénix marca la primera (y única) vez que Steve Kloves no realiza el guión cinematográfico. Dado que Kloves tenía otros trabajos que atender, el puesto de guionista pasó a ser propiedad de Michael Goldenberg, quien ya había sido considerado años antes para el guión de la primera entrega de la saga. Goldenberg tiene la difícil tarea de adaptar a la gran pantalla el libro más largo y mejor de toda la saga, y lamentablemente, no está a la altura. Sus diálogos son fluidos y contribuyen al ritmo rápido que tiene la película, pero el guión resulta ser una adaptación bastante mala, con multitud de tramas secundarias que terminan por no desarrollarse completamente, y otras que, directamente, son eliminadas.

El mejor ejemplo de ésto lo tenemos en el personaje de Cho Chang, a la que conocimos en la anterior entrega como un posible interés amoroso de nuestro Harry Potter. En esta película, esa historia de amor se hace realidad con el primer beso de la pareja, pero después de esto, el personaje de Chang desaparece del guión. Lo cual es un error, dado que se implica que Chang es la que traiciona a Harry y su grupo de amigos, contándole a la profesora Umbridge todos sus planes. Supuestamente, Harry está destrozado, sin saber que en realidad Cho no tuvo elección, ya que fue sometida a los efectos del Veritaserum, una poción que hace revelar todos sus secretos al que la toma. Esta interesante trama, que contribuiría al desarrollo del personaje de Harry, se cuenta de pasada, y el espectador medio que no tenga conocimiento de la trama del libro, apenas se enterará.

Me dolió también que se recortara el protagonismo de Neville Longbottom, un personaje simpático que tenía en este libro la oportunidad de ser importante para la trama. La interesante trama del destino que sufrieron sus padres se cuenta de manera breve, y no hay rastro de su importancia en la profecía que aparece al final de la película. Simplemente, el personaje de Neville se reduce a un conjunto de escenas de humor y otras de acción. Otro personaje cuyo protagonismo disminuye es el de Ron Weasley, quien en el libro tenía cierto desarrollo, ya que cumplía su deseo de probar para el equipo de quidditch, y se enfrentaba a desafíos por sí mismo, separándose un poco de la sombra de Harry. También me hubiera gustado que mantuvieran el detalle de que Ron, Hermione, y Malfoy fueran prefectos de sus casas, lo que nos mostraría cómo han crecido los personajes desde que entraron a Hogwarts por primera vez.

El principal objetivo del guión de Goldenberg es narrar el viaje emocional de Harry Potter, y afortunadamente consigue mostrarnos a un Harry diferente, que en ciertos momentos nos sorprende, asusta, e incluso nos da algo de pena. Este mayor desarrollo del personaje permite a Daniel Radcliffe destacar en su interpretación, como ya ocurriera en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban.

"Eres una buena persona a la que le han sucedido cosas malas".

Stuart Craig regresa en el diseño de producción de la película. Me pregunto qué hubiera sido de la saga sin el trabajo de Craig, ya que para mí, casi todo el éxito de la saga se debe a este hombre. En esta ocasión, Craig construye enormes y preciosos decorados para mostrarnos el Ministerio de Magia. Siempre me gustaron los pasillos oscuros del Departamento de Misterios. La casa del Número 12 de Grimmauld Place es muy misteriosa, haciéndonos preguntar qué historias se esconden tras esos bonitos pero decadentes muros. El despacho de la profesora Umbridge presenta un curioso rediseño de un decorado ya visto en anteriores películas, reflejando a la perfección el carácter del personaje.

A modo de curiosidad, me apetece destacar que el escenario de la sala de las profecías estaba totalmente creado de manera digital. Los planos, la iluminación, y el ritmo hacen que sus escenas sean de mis favoritas de toda la película.

Como es habitual en cada película de Harry Potter, hay algunas adiciones a un reparto que no deja de crecer tanto en número, como en talento. Imelda Staunton destaca sobre el resto, interpretando a Dolores Umbridge, uno de los personajes más odiados de la saga. Sus miradas, sus gestos, y su voz son fantásticos, y no me puedo imaginar una mejor actriz para el papel. Sucede algo parecido con Helena Bonham Carter, en el papel de Bellatrix Lestrange, una de las seguidoras más leales y peligrosas de Lord Voldemort. Aunque tiene pocas escenas, su interpretación le hace ganar presencia en la pantalla, y convertirse en un personaje muy popular entre los seguidores de la saga. Otra gran incorporación es la debutante Evanna Lynch como la encantadora Luna Lovegood.

De los actores que regresaban de películas anteriores, me quedo con Daniel Radcliffe, que es capaz de añadirle más capas y dimensiones a su personaje protagonista. Su actuación como Harry Potter impresiona, y en ciertos momentos, asusta. Nos muestra a un Harry en uno de los momentos más críticos de su vida, con Voldemort introduciéndose poco a poco en su mente, hasta casi hacerle perder la cabeza. Lord Voldemort no llega a ser tan amenazante como lo era en El Cáliz de Fuego, pero su duelo final contra Dumbledore es impresionante.

Para la banda sonora llega un nuevo compositor, Nicholas Hooper. Hooper introduce tanto variaciones en temas famosos de John Williams, como nuevos temas propios, creando una banda sonora capaz de ser oscura y optimista, según la escena en la que nos encontramos. Personalmente, su trabajo en La Orden del Fénix es de mis favoritos de la saga.

"Tenemos una cosa que Voldemort no tiene: algo por lo que merece la pena luchar".

En líneas generales, Harry Potter y la Orden del Fénix es una película muy entretenida con un ritmo frenético, más propio de una película de acción. Introduce temas interesantes e innovadores dentro de la saga, pero no llega a estar a la altura del que es para muchos el mejor libro de la misma. El filme cae preso de su propio ritmo, dejando preguntas sin resolver y olvidando por completo varias tramas para centrarse en la acción. Se trata de la entrega más débil de la saga, pero aún así no pierde el encanto del asombroso Mundo Mágico de J. K. Rowling.

Espero que os haya gustado la reseña. Volveré en unos días con opiniones sobre la secuela de The Ring, y la siguiente entrega de la saga de Harry Potter. Un saludo.


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